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Olga Amador

Olga es vecina del Barrio Ramón Carrillo y parte de la Asociación Vecinal que lucha por mejorar las condiciones de vida.

¿Qué recordás del momento de la mudanza desde el Edificio Warnes al barrio Ramón Carrillo?

Todos sabíamos que acá había un basural, pero no teníamos opción. TFue todo muy rápido. Nos tuvimos que mudar a la fuerza, a un lugar que no conocíamos y que quedaba lejos de nuestra casa. Había como doscientos camiones de mudanza para todos los vecinos del albergue, era un caos moverse por el albergue. Éramos casi setecientas familias con todas nuestras cosas y que sentíamos que nos estaban arrancando de nuestro lugar. No vivíamos en las mejores condiciones, pero estábamos acostumbrados ya.  Los nenes en el medio, gente que movía cajas, todo un caos. Y después tuvimos que adaptarnos muy rápido al nuevo barrio. 

 

¿Cómo fue esa adaptación?

Un poco costó, porque era diferente a cómo vivíamos en el Warnes y con los años fue creciendo mucho el barrio. Al principio, éramos setecientas familias y ahora hay más de dos mil. Entonces, tenemos más necesidades de que las cosas se hagan bien. Además apenas nos mudamos esto estaba recién hecho y parecía que estaba bien, pero al tiempo empezaron a aparecer fallas y preguntas que nadie nos sabía responder. Con el crecimiento del barrio todo se fue deteriorando hasta quedar como lo ves hoy.

 

¿Qué significa el barrio para vos?

Es mi vida, nuestra vida. El barrio, con todos sus defectos, es parte de nosotros. Acá estudian nuestros hijos y acá la luchamos todos los días para salir adelante. Le tenemos mucho cariño. Lo que más queremos es que se hagan las mejoras que reclamamos para que todos podamos vivir mejor. Hay mucha gente buena en el barrio, gente solidaria que ayuda cuando hay problemas.  

 

¿Cuáles son los problemas con los que se enfrentan? 

Y... cuando llueve la pasamos muy mal acá, porque no hay cloacas. Se inunda todo, se llena de barro y no se puede ni caminar. La gente que vive en el medio es la que más sufre porque tiene que salir, ir hasta la ruta y tomar el colectivo. No se puede vivir así. Con los vecinos, nos solidarizamos con los que tienen peores condiciones para ayudarnos entre todos. Porque las obras que nos prometen nunca llegan, entonces no nos queda otra que pelearla. Otro de los problemas que tenemos muchas veces son los cortes de luz que duran algunos días. Hace unos meses la escuela del barrio no pudo abrir las puertas por casi una semana por este tema. Imaginate que eso nos complica a todos. Todos trabajamos y si los chicos no van a la escuela nos tenemos que organizar para que se queden en la casa de algún vecino. Y la falta de iluminación en las calles también es algo que venimos pidiendo desde hace varios años porque nos sentimos inseguros. Mi hija vuelve de trabajar de noche y el padre la va a buscar al premetro porque tenemos miedo de que venga sola caminando.

 

¿Por qué pensás que no se realizan las obras de infraestructura: cloacas, iluminación, asfaltado?

Desde hace años que nos prometen que van a hacer obras. Viene gente a tomar medidas, nos preguntan cosas, anotan. Pero después, nada. Estamos cansados de ilusionarnos con que van a hacer y que no hagan. La verdad es que creo que no se quiere gastar en nosotros, en nuestro barrio, porque esto no lo ve nadie. Solo lo vemos los de acá, los del barrio, al resto no les importa. 

 

¿Cuál es la lucha que llevan ustedes como vecinos?

Las obras que exigimos se hagan y que figuran en la causa son red de cloacas, pavimentos, veredas, alumbrado, gas natural, y conexiones domiciliarias de agua. Todo esto debería estar terminado porque hay una ley de emergencia que así lo dice. Sin embargo, con la sentencia judicial y todo, aún no se avanzó en nada. Hay un poco más de iluminación y algunas calles se mejoraron pero lo más importante que son las cloacas todavía no se hizo nada. Desde el ‘92 que se sabe, porque le hicieron estudios al suelo, que está todo contaminado y aún así seguimos viviendo acá en las mismas condiciones.

 

¿Tienen problemas de salud por la contaminación?

Si, pasa de todo. Si tomás agua sabés que podés tener diarre varios días. Acá a unas cuadras vive una vecina que tiene 9 hijos y el bebé hace poco estuvo internado y le tuvieron que poner suero porque estaba deshidratado. Ella no le da agua pero el médico le dijo que solo por lavar la mamadera con el agua contaminada lo podía afectar. Todos tenemos mucho cuidado con eso, pero no se puede vivir así.

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Pablo Piñeyro

Pablo trabaja en el Instituto de Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires como parte del equipo territorial del Barrio Ramón Carrillo.

¿Cual es el trabajo que realiza el Instituto de la Vivienda en el Barrio?

El IVC está acá porque tiene que rehabilitar todos los servicios públicos, toda la infraestructura y en ahora lo que estamos haciendo es, hasta tanto comiencen las obras, disponer de cuadrillas que atienden la emergencia.

 

¿Y tu trabajo específicamente en qué consiste?

Yo soy parte del equipo socio-territorial del barrio. Lo que hago es hablar con los vecinos, tenemos una oficina adentro del barrio donde pueden venir a plantear sus problemas y tratamos de ir gestionando soluciones, en la medida que se puede. También, por ejemplo, cuando se hace alguna obra estamos encargados de hacer asambleas con los vecinos y vecinas, juntarlos y contarles lo que se va a hacer, los plazos, lo que implica para el barrio, etc.

 

¿Qué tipo de obras se realizan?

Más que nada cosas chiquitas pero muy importantes para la mejora general del asentamiento. Se reparan veredas, se limpian lugares comunes, se remueven autos abandonados, se corta el pasto en terrenos vacíos… ese tipo de cosas. Lo que trabajamos mucho con los vecinos es el tema de la apropiación del espacio público. Hay muchas casas que fueron ocupando terrenos que nosotros consideramos “espacio público”. En esos casos se habla con la familia y tratamos de explicar la importancia de mantener veredas en el barrio, porque si enrejan una vereda la calle se transforma en vereda y eso va achicando los espacios de circulación.

 

¿Y cuando pasa eso, ustedes qué hacen?

Siempre lo fundamental es tratar de llegar a un acuerdo. Nunca vamos con una máquina a derribar una pared, siempre hablamos, hacemos reuniones y tratamos de que cedan en forma voluntaria el espacio que ocuparon. 

 

¿Y se logra?

Si, en muchos casos si. Hay casos que no, que no quieren hablar con nosotros, pero te diría que son los menos. En este tiempo muchos vecinos cedieron el terreno que habían ocupado y lo que hacemos en acondicionar el espacio para que les quede una buena vereda en la que puedan circular y si vemos alguna falla en el frente de la casa también la arreglamos.

 

¿Cuál es el déficit más grande que tiene el barrio?

Y… hay mucho por hacer. Nosotros estamos de a poco tratando de asfaltar las calles para que puedan circular vehículos, entrar ambulancias, ese tipo de cosas. También logramos conectar varias manzanas al servicio de luz. Lo que todavía falta y es una de las prioridades para los vecinos es todo lo que tiene que ver con el sistema de agua y cloacas. No están conectados a la red de agua potable y eso tiene consecuencias bastante serias para la gente.

 

¿En qué situación se encuentran las calles?

Las calles son de tierra, pero estamos haciendo un mejorado. No es todavía pavimento pero es un mejorado para que no se inunde tanto cuando llueve.

 

¿Cómo viven ustedes el proceso judicial que tienen los vecinos contra el GCBA?

Nos mantenemos completamente al margen. Sabemos en qué situación está y en las asambleas se habla del tema y los vecinos cuentan los avances o si hay alguna novedad, pero nosotros no nos involucramos. Ellos saben que no tenemos nada que ver, al contrario, nos ven acá todos los días poniendo el cuerpo, escuchando, trabajando para que las cosas mejoren.

 

¿Son bien recibidos por los vecinos o tuvieron algún conflicto?

Este es un barrio súper tranqui, nada que ver con otros asentamientos de la ciudad que son más picantes. Acá es toda gente de laburo que viene reclamando algo desde hace 30 años. Son muy agradecidos porque los tuvieron olvidados mucho tiempo. Entonces cuando les decís que vas a abrir una calle y ven que en unos meses lo hacemos, empiezan a creerte y te respetan. Yo al menos nunca tuve ni siquiera un entredicho con nadie. Después como en todos lados hay gente que participa más y otros que se mantienen al margen. Pero problemas graves por suerte no tuvimos ninguno.

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